Guillermo Rebaza Jara
ARTÍCULO PUBLICADO POR EL VESPERTINO SATELITE
(Viernes 21 de Abril)
Las lluvias
y los huaicos han dejado una estela de dolor y desolación en grandes sectores
de la población, y también daños irreversibles en el patrimonio monumental de
Trujillo. La casona del jirón San Martín 465, es acaso una de las más afectadas.
Construida a inicios de la República, el primer propietario fue don Clemente
Gonzáles, luego, aproximadamente en 1842, pasó a manos de don Nicolás Rebaza y
en las últimas décadas del siglo pasado, casi cien años después de su muerte, oh
sorpresa, es una más de las tantas propiedades que tiene en el Centro Histórico
la conocida familia Sánchez.
En su
testamento, Nicolás Rebaza refiere que pudo adquirir ese inmueble gracias a la
generosidad de su amigo y compadre, el general Juan Manuel Iturregui, quien
pagó el precio convenido directamente al señor Gonzáles, e hizo extender la
escritura a favor del doctor Rebaza con palabras que, gracias a su prodigiosa
memoria, evoca en su testamento: “No se mueva Ud. de la casa que ya es suya, y
Ud. me pagará lo que he dado por ella como pueda, haciendo economías de sus
sueldos, pues es Ud. juicioso y honrado”.
Tras su muerte, en 1897, la casona quedó en manos de su hija,
Rosario Rebaza, y ya en el s. XX fue ocupada por diversas familias. Allá por los
ochenta del siglo pasado, se sabe que ocho grupos familiares vivían allí, la
mayoría (o todos) al parecer en condición de ocupantes precarios. En los últimos
años, sin embargo, éstos cada vez fueron menos, y hace unos días, tras las
recientes lluvias y con buena parte de esta inmensa casona a punto de colapsar,
la última familia que allí vivía la ha abandonado completamente. Según
información de los Registros Públicos,
las actuales propietarias son, entre otras, Sánchez
Mariño, Mary Ann; Sánchez Príncipe, Azucena; Sánchez Príncipe, Flor Marina.
¿Cómo la adquirieron? Solo ellas lo saben.
El Estado ha
reconocido el valor de este inmueble. Lo hizo mediante Resolución Suprema N°
505-74-ED, de 15 de octubre de 1974, en consideración a que allí vivió Nicolás
Rebaza Cueto, periodista, abogado, soldado de la patria, historiador,
magistrado, dos veces rector de la Universidad Nacional de Trujillo y dos veces
diputado en el Parlamento Nacional. Y autor de una obra ya célebre: Anales del Departamento de La Libertad en la
Guerra de la Independencia.
Hoy, esta
casona es un solar abandonado. Y no sólo
eso. La fachada representa un peligro para cualquier transeúnte y de hecho sus
estructuras internas amenazan con desplomarse y afectar gravemente inmuebles
contiguos. Uno de los más vulnerables es el de la familia García Guerrero,
cuyos propietarios –especialmente Marcela García– con enorme esfuerzo y cariño
a Trujillo lo restauraron íntegramente y ahora funciona, con mucho éxito, el
Centro Cultural Los Tallanes.
Es probable que debido al estado
ruinoso de la casona Rebaza, haya que demolerla, para lo cual previamente se
deberá liberar su condición de bien cultural. Y si la acaudalada familia que
hoy luce como propietaria no manifiesta su interés por ella, el Estado podría
expropiarlo para hacer allí un centro cultural o, por qué no, el ansiado museo de la independencia.
Se trata finalmente de reivindicar la
memoria de tan ilustre intelectual huamachuquino.
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